James Blake

Sus canciones se construyen a paso cansino. Con la mesura que un músico maduro adquiere con el tiempo permitiéndole encontrar el momento perfecto para dar su golpe de gracia. Sin embargo el auto-tune desmedido y la cara de púber hacen caer en cuenta que sólo tiene 22 años de edad y que está recién presentando su disco debut.

Siendo el consentido de las páginas especializadas desde sus tímidos EPs «The Bell Sketch», «CMYK» y «Klavierwerke» lanzados el 2010, James es el invitado obligado de todo festival y programa con el objeto de repasar en vivo su trabajo y exponerlo, tal vez muy a temprana edad, a una tribuna que en estos momentos lo aclama y lo proyecta como un verdadero Mesías.
Con la ayuda de la tecnología, James construye bellas murallas sonoras utilizando sólo su voz como materia prima. Siendo esta fórmula suficiente para transmitir la idea central y de paso contentar a los sedientos del género electrónico. Canciones como “I Never Learnt To Share” o “Lindisfarme II” son clásicos inmediatos que se caracterizan por una frase central matizada con las armonías del amplio registro de Blake y complementadas con una minimalista percusión. Por su parte “Limit To Your Love” es el punto más alto del larga duración con una magistral versión del tema central del Reminder de Feist, que por lo demás fue publicado como single del británico con su correspondiente video.

Personalmente, creo que Blake debería encontrar su camino alejado de las tendencias pasajeras como el «dubstep» tan en boga en estos días y buscar una fórmula en que su interpretación se sienta más tangible sin perder la frescura. Esto en relación también a mi desilusión al verlo sobre un escenario siendo incapaz de generar el mismo impacto que logra en estudio por estar más preocupado de activar a tiempo el reverb o el auto-tune.
En fin, tal vez sea sólo consecuencia natural del poco metraje que lleva, pero de verdad el potencial contenido en este chico se vería en su totalidad si se acercara por ejemplo, a figuras como Antony and The Johnsons o incluso al mismo Justin Vernon.

Habrá que esperar entonces para ver si logra reinventarse o apuesta por mantener la línea y madurar su performance en el escenario o simplemente morir en el intento como les ha ocurrido a muchos iniciados que golpean el medio con su disco debut. Por el momento James Blake nos deja un inmejorable comienzo que aunque cuesta digerir a las primeras escuchas, se va destapando la emocionalidad oculta en la métrica de sus canciones y nos invita compartir una cálida nostalgia.